En el fenómeno llamado arte deben concurrir tres elementos: artista, obra de arte y contemplador, la presencia de los tres es indispensable para que se verifique el fenómeno artístico.
El artista es el creador, el que impulsado por la inspiración da a sus sentimientos forma material en una obra de arte. La obra de arte, valga la redundancia, es la creación artística, lógicamente la materialización de los sentimientos del artista. El contemplador es el que se acerca a la obra de arte para admirarla y recrearse en ella.
Las bellas artes son el recinto del tiempo que el artista hizo suspender, porque el contemplador, el hombre de hoy y el mañana podrán ser testigos del momento vivido por el artista, quien pudo precederles por los siglos, aun por milenios. Así es como han sobrevivido al tiempo el Laocoonte, símbolo de la angustia; el Moisés, de Buonarroti; este último al invocar la Creación del mundo y el Juicio final en la Capilla Sixtina, aprisionó los extremos del tiempo.
Alberka es el hombre que ante la sublimidad de la naturaleza y a través de su facultad creadora la materializa siguiendo su ideal, proyectando su espíritu; crea la obra volcando en ella su sentimiento, su emoción y desde luego su sello individual característico. Es el hombre que animado por el soplo divino crea en un estado de ensoñación artística que lo desliga de la realidad.
Alberka es necesariamente un amante de la belleza, ya que en el arte lo bello es querido y producido intencionalmente; es un soñador y un creador, realiza en su obra un esfuerzo por crear belleza, y aun en el caso de que no llegue a realizar su propósito, de que no llegue a alcanzar el fin a que aspira, su propósito es siempre crear la belleza, aspira a crearla, ocurriendo lo mismo con los demás valores estéticos. Alberka es un soñador, pero no sueño sólo para sí mismo, sueña para otros, su ensueño se hace material para la humanidad, es creador, porque al realizar la obra de arte hace tangibles los valores estéticos, eternizando en la misma el aspecto fugitivo del mundo, plasmando incluso su angustia para la posteridad.
Alberka es el hombre que convierte un yermo en un vergel, es todo el que transforma sus emociones en expresiones, se distingue de los demás hombres por su facultad estética creadora vertida en la obra de arte. Alberka es un ser excepcional que abandona el mundo exterior, vive en una perenne ensoñación artística, estado de ánimo común a los artistas en que evocan imágenes, se olvidan de todo lo que los rodea y viven fuera de la realidad, en íntimo contacto con su yo interno, hasta el logro de la cristalización de su sueño. Algo acontece al artista cuando se halla creando, el material manejado por su inspiración obra forma, su talento se expresa en un poema, una sinfonía, un óleo, una escultura, etc., en un estado tal de ensoñación, que pierde todo contacto con la realidad.
Alberka es con frecuencia incomprendido, muchas veces se rebela contra la tradición y el espíritu de su época, y se opone al medio; especialmente el genio, no pertenece de lleno a su momento, se adelanta a él, es un visionario, un profeta, por algo al poeta se le llama vate, que etimológicamente tiene la misma raíz que vaticinio.